Apuntes del mensaje a cargo de Joan Galcerá el domingo pasado.
Deuteronomio 26.
El libro de Deuteronomio pone en evidencia la centralidad de la Palabra de Dios en la nación de Israel, tanto a nivel individual como colectivo.
La antorcha de la Revelación de Dios nos ha sido traspasada a nosotros, su iglesia, en nuestros días. Por lo tanto debemos aprender de estas palabras para no cometer los mismos errores.
Dios resiste la soberbia. Es el pecado que ya se.pone de manifiesto en el Edén. No importa quien la practique, aunque sea su propio pueblo, Dios confrontará todo aquel que se levante por encima de los demás.
Un buen remedio contra nuestra soberbia es la verdadera adoración. La que reconoce a Dios como dador y Señor de todas las cosas. Porque nuestra vida,con todas sus bendiciones y maldiciones, depende del cumplimiento de esa Palabra que sale de la boca de Dios. El israelita que adoraba debía de recordar que todo, incluso la tierra que pisaba, les había sido dada. Porque debían a Dios incluso su identidad. Debían humillarse en su presencia pues ciertamente no tenían nada de lo que jactarse.
La esencia de la idolatría es erguirse por encima de Dios qubrentando su mandato y su consejo. David sufrió las consecuencias de su idolatría. Cuando deseó a Betzabé, o cuando decidió censar el pueblo de Dios como muestra de suficiencia delante de Dios. Debemos aprender pues que nosotros nunca nos podremos ensalzar por mucho empeño que pongamos en ello. Solo mediante nuestra humillación Dios podrá hacerlo en su justa medida y a su debido tiempo.
Deuteronomio 26.
El libro de Deuteronomio pone en evidencia la centralidad de la Palabra de Dios en la nación de Israel, tanto a nivel individual como colectivo.
La antorcha de la Revelación de Dios nos ha sido traspasada a nosotros, su iglesia, en nuestros días. Por lo tanto debemos aprender de estas palabras para no cometer los mismos errores.
Dios resiste la soberbia. Es el pecado que ya se.pone de manifiesto en el Edén. No importa quien la practique, aunque sea su propio pueblo, Dios confrontará todo aquel que se levante por encima de los demás.
Un buen remedio contra nuestra soberbia es la verdadera adoración. La que reconoce a Dios como dador y Señor de todas las cosas. Porque nuestra vida,con todas sus bendiciones y maldiciones, depende del cumplimiento de esa Palabra que sale de la boca de Dios. El israelita que adoraba debía de recordar que todo, incluso la tierra que pisaba, les había sido dada. Porque debían a Dios incluso su identidad. Debían humillarse en su presencia pues ciertamente no tenían nada de lo que jactarse.
La esencia de la idolatría es erguirse por encima de Dios qubrentando su mandato y su consejo. David sufrió las consecuencias de su idolatría. Cuando deseó a Betzabé, o cuando decidió censar el pueblo de Dios como muestra de suficiencia delante de Dios. Debemos aprender pues que nosotros nunca nos podremos ensalzar por mucho empeño que pongamos en ello. Solo mediante nuestra humillación Dios podrá hacerlo en su justa medida y a su debido tiempo.